miércoles, 7 de diciembre de 2022

LAS ERAS

Nadie en su sano juicio se plantearía medir las épocas como el tiempo que transcurre entre un Mundial de fútbol y otro; nadie que no se sienta representado por la desazón y el abatimiento. Antes de decidir si soy candidato a marcar así el tiempo, antes de cualquier expresión que determine el estado de mi espíritu, debo hacer recuento de recuerdos y de emociones.

Hace ahora una docena de años viví con inquietud, pero con confianza, el devenir de la selección española. Descubrí en aquel momento que, desde Camacho, pasando por Luis Aragonés a Del Bosque, se había creado la idea de un equipo; se jugaron amistosos contra selecciones campeonas como Alemania, Argentina o Uruguay, rivales que elevaban el nivel competitivo. Aragonés fue valiente, y materializó la idea de que los jugadores podían condicionar el juego y eliminó a Raúl y a los extremos puros. Y, en 2008, dio un nuevo sentido a la triangulación de Arsenio Iglesias, al juego total de Holanda y, con la magia de la samba, conquistó un gran torneo. Del Bosque matizó la idea, metió extremos, y consiguió la gloria mundialista, y otra Eurocopa. 

En Brasil nadie quiso ver el envejecimiento de todo, de los jugadores y de la idea. Un campeonato tan exigente como el español y un modelo de torneo que prima a los clubes frente a las selecciones, nos llevó al desastre desde el inicio. A nadie se le ocurrió introducir variantes, para que nuestros defensas, ya talluditos y nuestros magos del centro del campo no tuvieran la exigencia física tan enorme que conlleva la posesión total y la presión alta. Desde entonces, y salvo casualidades,  todos los torneos han sido calcos de los otros, con jugadores que no son los idóneos para este tipo de juego, y, sobre todo, con un estilo de juego que no se adapta a los participantes. 

Yo jugaba al baloncesto desde siempre, y aprendí, sin darles nombre, todas esas cosas que se aprenden jugando contra gente mejor, más alta, más entrenada. Aprendí a desquiciar al contrario sin desquiciarme, a jugar con el cuerpo, a bloquear los espacios, a saber encajar una canasta, pero, sobre todo, aprendí a aprovechar las oportunidades, a estar concentrado en el momento necesario. Cuando dejé la Universidad dejé de jugar y solo volvi a hacerlo, años más tarde, con mis excompañeros de carrera. Casi todos, salvo Andrés, provenían del fútbol y aprendieron como un mantra que no se podía tirar a canasta hasta que no se dieran cinco pases.  ¡Joder!, por mucho que les explicara que aquello no tenía sentido si no intentaban buscar posiciones diferentes a las de partida, no se movían. Eran altos y estaban en forma, pero casi nunca ganaron, a su forma de entender los cinco pases, se sumaba todo lo que los contrarios hacíamos, algo tan sencillo como jugar y divertirnos aplicando lo que sabíamos hacer. Y hay algo en ese mantra, en esa rigidez estática y tan futbolera, que me recuerda a la bisoñez de nuestra selección. Que no es mala por edad, ni por calidad, sino por estrategia. 

Recogiendo recuerdos y Mundiales, de las decepciones españolas me salvaron Italia en el 82, Argentina en el 86, Argentina y Camerún en el 90 y Francia en el 98. No recuerdo Mundiales anteriores, ni tengo especiales buenos recuerdos de otros campeonatos. Mi periplo vital no está unido a estas imágenes, aunque conforman un conglomerado absurdo de belleza, fuerza y números. No podría decir que fui feliz del 82 al 90, o en el 98. Tampoco infeliz con las decepciones españolas. Ni mi vida mejoró tras julio de 2010, salvo en el espacio interior más íntimo que está junto a la autoestima. 

Parece absurdo unir mi mundo emocional a las veleidades de un balón, a la conspiranioca idea de que está todo casi decidido, a que no cuentan el juego y la calidad sino el dinero y la buena relación con los capos de las federaciones. Es absurdo y me representan más los cursos escolares que los períodos deportivos entre Mundiales o Juegos Olímpicos. Pero no niego mi condición ciclotimica y mi tendencia a ver el lado oscuro de mi vida, justo como lo que ocurre con nosotros tras cada Mundial..